lunes, 13 de agosto de 2012

Mis propios golpes al ego (primera parte)

En la entrada anterior ya les hablé cuáles son algunos de los motivos por los que el médico se cree totipotencial y tiene el ego inflado. Les hablé de los grandes golpes al ego que sufre el estudiante de Medicina y de cómo todo esto converge en una personalidad médica bastante peculiar. Ésto desde un punto de vista general, pero hoy hablaré de las particularidades, mis particularidades., desde el punto de vista personal y profesional.

Alguna vez leí que ser el primogénito te da cierta desventaja psicológica en la manera en que afrontas los retos a lo largo de tu vida. Curiosamente el ser el segundo hijo o posterior hace que desde el nacimiento adquieras un espíritu competitivo, ya que constantemente estás compitiendo por la atención de la madre.Yo soy el hijo de "en medio" y ciertamente creo que vivía en constante competencia. En primer lugar porque mi abuelo me nombró "el segundo". ¿Saben lo que es llevar eso a cuestas? Es evidente que ya tenía perdida esa carrera inexistente. Mi hermano mayor me lleva 8 años de diferencia y yo le llevo 8 a mi hermana menor y en mi casa eran constantes (como supongo lo eran en otros núcleos familiares) esas búsquedas y competencias de atención que tanto hablan en los libros y constantemente se mencionaban (y se mencionan) entre mis hermanos y yo bromas y comentarios al respecto. Ustedes saben a que me refiero, comentarios como "eres el consentido", "no fuera yo", "¿ya viste cómo es con tal o cual?" constituían una buena parte de nuestro vocabulario. Aunque con tantos años de diferencia entre nosotros,  los parámetros de comparación (si es que podian existir) difícilmente eran objetivos, ¿no creen?. Bueno, así es como crecí ....

Lo anterior para establecer el punto del que parto, ya que ahora sí hablaré de mis golpes al ego personales, siendo el primero de ellos la competencia con mi hermano. Como ya expliqué, psicológicamente los hermanos compiten por la atención de la madre, pero francamente, aunque como ya mencioné era un tema constante entre nosotros, nunca sentí algún favoritismo de parte de mi padre o mi madre. Pero siempre fue evidente que mi hermano era el consentido de mi abuela, pero curiosamente esa situación nunca fue puesta sobre la mesa. Este favoritismo, que hasta la fecha continúa, ha hecho que mi relación con mi abuela sea distante y me mantenga lo más al margen posible. En alguna entrada posterior hablaré más a fondo (y obviamente cuando esté listo), pero yo pondría esa situación como mi primer golpe al ego.

La primaria fue sumamente gratificante desde cualquier punto de vista. Considero que tuve muy buenas experiencias y no viví preocupado jamás por lo académico. Siempre se me ha facilitado el estudio y siempre fui de los primeros lugares. El éxito era rutinario. Hice la secundaria en un programa académico llamado "Iniciación universitaria" en la escuela nacional preparatoria número 2, por lo que tuve maestros más exigentes, ya que estaban acostumbrados a tratar a alumnos de preparatoria. Pues bien aquí viene uno de los golpes que más recuerdo, porque fue la primera vez que reprobé un examen en la vida.

La materia Algebra, el maestro Wenceslao Honk Hernández, uno de los más duros y disciplinados que he tenido. Recuerdo que teníamos clase diariamente de 7 a 7:50 hrs y su puntualidad era impecable. Nadie entraba detrás de él, incluso cerraba la puerta si venías atrás de él aunque te hubiera visto. Súmamente exigente con la clase y con las tareas, ese fue un profesor que me imponía y hasta me daba miedo. En el primer examen obtuve un 8, lo cual era muy frustrante para mí ya que nunca había obtenido una nota tan baja. Para mi sorpresa esa calificación me posicionaba como uno de los primeros en la clase. ¿Recuerdan que les platiqué del tipo que obtuvo un 70 en la facultad y que estaba haciendo todo un show por eso? Bueno, al hablar con él para tranquilizarlo, recordé mi experiencia y sentí empatía por ese muchacho, ya que yo muchos años antes ya había experimentado un seudofracaso académico.  Para el segundo examen, no se si por confiado (ya que para el momento era de los mejores) o porque me ponía muy nervioso, ¡obtuve la horrible calificación de 3! Esa es la única vez que he reprobado y fue muy desconcertante. ¿cómo lo enfrenté? Lo vi como un reto. No existía hasta el momento ni persona ni materia que me hubiera doblegado. Y eventualmente fui muy bueno, incluso llegué a ir a concursos de algebra no sólo ese sino en años posteriores y me llegó a gustar. Encontraba fascinante resolver lo que para otros era su frustración. Encontré mi manera de enfrentar mis miedos y a final del año terminé exentando la materia. Ese fue el primer reto intelectual con que me topé y lo terminé superando después de que me pegó al ego muy fuertemente.

Pasó primero y segundo año sin complicaciones y cosechando éxitos como los que estaba acostumbrado, hasta que llegué a tercer año con un profesor llamado Daniel Bravo, de modelado, un viejito flaco, con los dedos amarillentos por el cigarro, traje y un olor a naftalina.. El primer trabajo era realizar un cubo de plastilina de 10x10x10 cm, lo cual parecía al principio una tarea fácil. De hecho lo era, sólo que su carácter súmamente obsesivo hacía que regresara una y otra vez el trabajo de todos. si te pasabas por medio milímetro te lo regresaba, si había la menor seña de imperfección te lo regresaba. Ese cubo era un verdadero reto. Primero intenté aplanarlo contra el suelo e irlo retocando con la espátula: fallé. Intenté realizar un molde de madera con las medidas establecidas, derritiendo la plastilina para llenarlo: fallé. Intenté hacer un cubo de mayor tamaño y cortarlo con la espátula para que así tuviera los bordes más agudos y mejor definidos: fallé. Intenté de todo, me tarde una semana pero al fin obtuve un cubo de mi agrado que cumplía todas especificaciones, hasta lo congelé para que no sufriera daño en el transporte, pero aún así fallé para el maestro. Mi clase era de 10:20 a 11:10 hrs, pero ese día saliendo de clases me la pasé toda la tarde en el salón de Artes plásticas y salí como a las 8:30 pm, pero finalmente me aceptó mi cubo. Después de una semana de trabajo por fin aceptó mi cubo, pero la cosa no acababa allí. Esto apenas comenzaba y para el trimestre había que cubrir con cierto número de figuras. La segunda de ellas una pirámide de 30 cm con una base cuadrada de 10x10cm. Esta vez no me iba a pasar lo mismo, así que casi diario me quedaba todas las tardes a hacer figulas de plastilina de todos los tipos. Salía diariamente como a las 8 o 9 de la noche pero le encontré el gusto a hacer esas figuras. Hice amigos y platicabamos toda la tarde mientras trabajábamos. Me volví eficiente y hacia de 3 a 4 figuras por tarde y fácilmente fui superando mis temores y adversiones a la materia. Terminó gustándome y en años posteriores hasta aprendí algo de Cerámica y lo disfruté.

Por último en la preparatoria me topé con Etimologías griegas y latinas, una materia que de verdad no me gustaba para nada. La profesora, de apellido Orellana me parece, era muy enérgica y obsesiva. Tenía una lista enorjme de etimologías que te tenías que aprender y una parte de tu calificación dependía de tu participación en clase (no soy de los que les gusta participar). Realmente crei que iba a reprobar esa materia porque no me gustaba y entonces escuché unas palabras que jamás olvidaré . Dijo la profesora -Aquel que saque 10 en el primer examen y si lo desea representará a este grupo en un concurso entre los grupos de la misma prepa. Si gana representará a la preparatoria y como premio le voy a poner 10 en el año y no tiene que seguir viniendo a la clase- Como adivinarán, no me lo dijo 2 veces, lo tome como un reto y estudié como jamás lo había hecho, no recuerdo siquiera haberme esforzado así antes. Me aprendí toda su mentada listita, leí los libros y demás. Al final saqué ese 10, representé a mi grupo, después representé a mi prepa y quedé en segundo lugar en el concurso interpreparatoriano, logrando asi la exención de la materia y un 10. Lo bueno fue que terminó gustandome la materia, le encontré utilidad (más ahora que estoy en medicina y muchisimas terminos derivan del griego) y lo terminé disfrutando. Lo malo es que nunca regresé a ese salón de clases ( como bien decía el trato) y no aprendí nada de latín, pero esa hora libre durante quien sabe cuantos meses la utilicé para jugar fútbol en las canchas de la escuela, lugar donde conocí también a grandes personas.

Hasta aquí por ahora, más adelante seguiré con la segunda parte, pero como podrán darse cuenta, siempre me han llamado la atención los retos, la competencia y es por estos detalles (según mi punto de vista) que mi personalidad se ha desarrollado con esa tendencia......

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