miércoles, 5 de septiembre de 2012

La cava

Siempre me ha costado trabajo adaptarme a las condiciones de alimentación de donde he ido, luego entonces, soy muy mamón. Como podía esperarse aca en Motozintla no hay muchos lugares que me gusten para ir a comer y la comida del hospital nunca ha sido una opción para mí. Recorri muchos lugares, pregunté a algunas personas y llegue a un pequeño lugar alejado del hospital, pero algo cercano al centro de motozontla. Se llama "la cava" y para acceder al lugar hay que bajar una bajada muy prominente. Sus puertas de madera y su tapete de entrada con la leyenda de bienvenido me dieron buena espina y decidi meterme alli. El piso muy limpio y a diferencia de los demás restaurantes del lugar, éste no tiene sillas de plástico (bueno, si tiene algunas pero hay una mesa que tiene sillas de hierro forjado y eso fue lo que me convencio para comer alli). El servicio muy bien, muy amables, hay una pantalla plana al frente en la cual estaban pasando un partido de fútbol, no recuerdo cuál realmente pues no presté mucha atención. Pedi unos huevos con tocino y una quesadilla de queso. Muy rápidos me sirvieron los huevos con frijoles con queso al lado, unos totopos y unas tiras de platano macho fritas. Muy bueno realmente. la quesadilla, aunque buena, sin seguir los cánones de preparación de una quesadilla, pues en lugar de ser una tortilla doblada me la hicieron tipo sincronizada y la partieron. Esa fue mi primera experiencia en ese lugar, ya que me tarde un rato en encontrar donde desayunar el primer dia.

Resulta que después, ya cuando mis demás compañeros arribaron al lugar, obviamente los lleve al mismo lugar y el primer dia fui con una cirujana y una anestesiologa. Bueno, fue magnifica la charla que tuve con ellas pues independientemente de lo que el lugar personalmente me puede ofrecer, esa noche me ofreció algo más que comida. Me ofreció una excelente charla que pasó desde nimiedades absurdas hasta el análisis al mejor estilo de Fromm de el arte de amar. Frases como las de para aprender a amar hay que dejar de pensar en una relación en un sentido mercantilista y hacer como hace el artista cuando por etapas comienza estudiando la teoria del color, etc invadieron el centro de la mesa con un ir y venir de opiniones entre los tres que estabamos en la tertulia. Realmente puedo decir que en algun tiempo no habia tenido una charla tan amena y es menester mencionar que todos participamos en ella imprimiendo cierto sentido personal en cada una de nuestras opiniones hasta el punto de no soportar más la formalidad e iniciar cada uno con su respectiva trágica historia o por lo menos dejando entrever algo demasiado personal como regalo para los oyentes de la mesa.

Al final de la charla, la queb se prolongó por algunas horas decidimos salir del lugar y por primera vez sentí frío en este caluroso lugar. De broma dije- ¿hace frío o será que nos quitamos el abrigo emocional que portábamos?-

En fin, ese primer día de apertura emocional sirvió para romper el hielo y mostrar la dura fragilidad y la frágil dureza del ser humano.


sábado, 1 de septiembre de 2012

Dia 1, la llegada

El dia de ayer lleguè por primera vez a Motozintla. Despuès de llegar al aeropuerto de Tapachula mi plan era tomar el autobùs a Motozintla, pero la verdad en el camino a la estaciòn, le dije al taxista que se siguiera hasta el pueblo ya que le tengo muy poca confianza a otra linea de autobuses que no sea ETN. Sirviò para ir platicando con el chofer, el cual se portò sumamente amable. El camino era a travès de las montañas, muy sinuoso. De hecho no hay tramos rectos de màs de 100 metros si acaso. Fue reconfortante ver toda la vegetaciòn alrededor de la carretera y hasta cierto punto relajante. Lo malo fue que comenzò a llover demasiado y habia una niebla algo espesa, por lo que tuvimos que disminuir la velocidad. Mas o menos hicimos unas dos horas de camino desde Tapachula. Pude ver en el camino algunos puentes colgantes sobre algunos rios en el camino. Inusual, pero era agradable a la vista. Debajo de ellos grandes piedras y el sonido del rio intenso por su cauce aumentado por la lluvia. Una vez que llegamos el taxista me mostrò el Hospital y como estaba lloviendo demasiado, pues me metì a un Hotel. Como era de esperarse para el tamaño del pueblo, el lugar es pequeño, pero pedi una cama matrimonial y tv con cable (¿para que voy a andar sufriendo verdad?). Paguè dos noches por adelantado y por la noche me salì a caminar para conocer el pueblo. Como no conocìa nada pues yo me meti por las calles hasta que lleguè al centro. Me comprè un agua de la michoacana y pude ver que hay cajeros de banorte y banamex y una pequeña bodega aurrera, por lo que no estoy tan tirado al catre como otras sedes. Pues total que medio fui conociendo y me regresè al hotel para descansar. Al dìa siguiente (osea hoy) sali a buscar un hotel que me recomendaron para rentar, pero decepcionantemente no contaban con habitaciones disponibles, asi que me pase toda la mañana preguntando y viendo cuartos para rentar. Lo que he visto està horrible y no me gusta, asi que considerè seriamente vivir en la residencia. No pierdo la esperanza pues hoy por la noche ire a ver unos cuartos y un departamento con una tal "maestra luchi" que fue un rollo para encontrarla ya que me decian los lugareños "vive en una casa que antes fue un banco y esta al lado de una electronica pero no se exactamente donde es". Bueno total que toquè en una casa y pregunte por ella y me dijeron: -aqui no vive, pero casualmente esta aqui ahorita- jajaja  asi que pues ya vere que me ofrece. Ocampo, uno de mis ex R grandes que ya estuvo aqui hace un año me recomienda que viva en la residencia asi que de no convencerme los lugares para rentar pues lo reconsiderarè. Pues bueno, aqui me hayo en un cibercafè, bajo un calor húmedo, esperando ver esos nuevos lugares para rentar. No me he aparecido en el hospital pues la cirujana y las anestesios llegaran hasta mañana. la cirujana de hecho esta en tapachula pero me hablo que no hay paso por el momento, asi que pues mañana vere que hacer, ya que la verdad no quiero compartir un cuarto.

sábado, 25 de agosto de 2012

Mis golpes al ego (segunda parte)

Ya habiendo iniciado en el blog anterior el tema, continuaré con algunos otros golpes que ha recibido mi orgullo. Uno que recuerdo con gran precisión y que en verdad me dolió mucho fue la primera vez que acudí a un billar. El sitio: el recreo de coyoacán, pero no era como lo conocemos actualmente. En ese entonces las puertas que tenía eran de madera estilo cantina, hasta recuerdo como rechinaban las bisagras al entrar. Lo primero que vi fue una enorme nube de humo de cigarro que cubría todo el lugar y en la primera mesa (de carambola por cierto) estaban disputándose un partidazo entre dos excelentes jugadores que llegué a conocer con el paso de los años. Pero en esta ocasión yo iba acompañado de tres amigos con los que me llevaba en ese momento. Esa era la primera vez que tomaba un taco de billar en la vida. Mis amigos más experimentados que yo en ese deporte obviamente me pusieron una arrastrada ese primer día. Ciertamente que no cometía los errores típicos del novato (o al menos no con la frecuencia con la que suelen suceder), pero fueron muy pocas las bolas que pude meter en la buchaca. Ni siquiera sabía a ciencia cierta de que trataba el juego. Acostumbrado a por lo menos siempre dar batalla, el hecho de no estar ni cerca de ser bueno me hizo sentir sumamente indignado. realmente no tenía razón para sentirme de esa manera pues era la primera vez que practicaba el billar. Como de verdad me enojó mucho que mis amigos fueran mejor que yo, acudí una o dos horas diarias por la tardes por unas dos o tres semanas. Me dedicaba a ver a las personas jugar para poder aprender a tomar el taco, a pensar las jugadas, a poder golpear las bolas. Después acudía con un amigo y ya le daba más batalla al menos.Fuimos dos o tres veces por semana por un año aproximadmente, se convirtió en parte de nuestra recreación cotidiana. Realmente la primera vez que le gané un partido, me sentí contento. Y no se diga cuando lo he dejado sin meter una sola bola, en algo que denominamos "la máxima humillación del billar" y que sólo he podido lograr dos veces (con este amigo, las otras no cuentan ya que realmente no son competencia). Cuando más o menos conocimos nuestro juego y no éramos tan malos, comenzabamos las apuestas. Empezamos a apostar entre nosotros y el que perdía pagaba el tiempo que jugáramos. Después comenzamos a apostar con extraños y nos fue relativamente bien. Era poco común, pero cuando llegábamos y estaba ocupada nuestra mesa, nuestro actuar era retar a los que estuvieran en esa mesa y el que perdiera pagaba todos los juegos. Afortunadamente ganábamos más que perdiamos. Era fascinante jugar billar, es una de las cosas que más disfruto. Me gusta jugar fino, con precisión y no con fuerza como al principio veía que jugaban mis amigos. Incluso me compré un libro de "fundamentos del juego de billar" que ciertamente no me enseñó mucho, pero sí aprendí a jugar con las bandas. Nuevamente superé la prueba.

Hasta ese momento había enfrentado con éxito todos los obstáculos que me había topado. Sin embargo uno que recuerdo y que de plano no he superado es cuando jugué boliche. Nunca me había llamado la atención aquel juego y la vez que fui fue una experiencia sumamente desagradable. En primer lugar fui con otras tres personas en una especie de cita doble. Acabábamos de ir al cine y surgió la idea de ir al boliche, así que emprendimos el camino. Una vez que llegamos a lo primero que me enfrenté fue a que tuve que rentar unos zapatos, cosa que me dio muchísimo asco y me hizo sentir muy incómodo el resto del juego. Al empezar a jugar cuál fue mi sorpresa que descubri que soy malísimo!! Es más recuerdo en los primeros tiros que ni siquiera tiraba pino alguno sino que se iba por el canal. Una cosa es quedar en ridículo enfrente de tus cuates y otra muy diferente enfrente de alguna chica. Como consejo, jamás lleves a una chica a un ambiente que no controles, en este caso, un deporte al que no estás acostumbrado. Mala idea. Después de aquella ocasión en que hice un tremendo ridículo no me quedaron ganas de volver. Sí he regresado, pero no juego. No se si sea el hecho de tener que compartir zapatos con no se quien o de que quedé en ridículo enfrente de una chica (en realidad 2) , pero al contrario de lo que ha pasado con otras circunstancias de mi vida, esta vez no decidí enfrentar el reto. Huí descaradamente y hasta la fecha evito acudir a ese tipo de lugares. Sencillamente es algo que no disfruto. No le di la oportunidad, pero en verdad fui muy malo. Ya mencioné en mi blog de generalidades del origen del ego del medico que se creen totipotenciales, pues nunca han experimentado de verdad fracasos importantes. Bueno, pues yo me creía así hasta esta ocasión del boliche. Aquí me di cuenta que uno puede tener fallas y no es bueno en todo. Tanto asi que no lo volví a intentar jamás. Ese golpe, aunque risible para algunos, representó para mí la primer cosa que no pude hacer bien.

De allí daré un salto enorme hasta 2007 en el internado, donde conocí a una internista, de apellido García que me dió un golpe que me dolió, pero por tratarse de un golpe académico. Me dijo textualmente "tú no vas a ser internista, se ve que no te gusta leer". Confieso que quizás académicamente tuve un año difícil en 2007, pero no estaba tirado a la ignorancia. De hecho considero que hice un muy buen trabajo en particular en la rotación de Medicina Interna. De hecho me gustaba mucho ir en la madrugada a pasar visita con el Dr Gutiérrez incluso cuando yo no estaba de guardia (ayudaba que vivia a 5 minutos del hospital). Disfrutaba mi rotación en Medicina Interna y pasaba hasta tiempo de más en esa área. De hobby me ponía a hacer historias clínicas  en las noches y comentarios en la madrugada para poder dárselos a revisar al Dr Gutiérrez.  Cuando esta doctora me hizo ese comentario sí que me dolió, pues además me lo hizo cuando me preguntaba cosas que no tenía porqué saber a ese nivel. Yo era apenas un interno y me preguntaba cosas muy específicas que la verdad no recuerdo. No se si fue su manera de decirlo o el desprecio en su tono, pero cuando me inscribí para la especialidad de Medicina Interna un año después en mi mente dije "¿conque no voy a ser internista?" con algún tinte despectivo. Lo cierto fue que lo que me dijo, aunque me molestó, finalmente me ayudó pues sí me puse a leer más y ahora estoy a punto de acabar la especialidad. Como sea, aun pienso que fui mal juzgado por esta doctora, pero años después tuve mi revancha académica y como suelo hacerlo en esas situaciones, no tuve el menor reparo en restablecer mi orgullo tomando una pequeña venganza en una ponencia en la que me tocó verla y la acabé académicamente y se tuvo que tragar sus palabras.

Así pues, el boliche y esta internista me acertaron los golpes al ego más duros que recuerde. A veces hasta me pregunto si no estaré en esta especialidad solo porque me dijeron que no podría (ya que mi vida se ha manejado a base de retos), pero ya analizándolo detenidamente, yo ya era internista desde antes, pero eso lo hablaré posteriormente. Hasta aqui por ahora

lunes, 13 de agosto de 2012

Mis propios golpes al ego (primera parte)

En la entrada anterior ya les hablé cuáles son algunos de los motivos por los que el médico se cree totipotencial y tiene el ego inflado. Les hablé de los grandes golpes al ego que sufre el estudiante de Medicina y de cómo todo esto converge en una personalidad médica bastante peculiar. Ésto desde un punto de vista general, pero hoy hablaré de las particularidades, mis particularidades., desde el punto de vista personal y profesional.

Alguna vez leí que ser el primogénito te da cierta desventaja psicológica en la manera en que afrontas los retos a lo largo de tu vida. Curiosamente el ser el segundo hijo o posterior hace que desde el nacimiento adquieras un espíritu competitivo, ya que constantemente estás compitiendo por la atención de la madre.Yo soy el hijo de "en medio" y ciertamente creo que vivía en constante competencia. En primer lugar porque mi abuelo me nombró "el segundo". ¿Saben lo que es llevar eso a cuestas? Es evidente que ya tenía perdida esa carrera inexistente. Mi hermano mayor me lleva 8 años de diferencia y yo le llevo 8 a mi hermana menor y en mi casa eran constantes (como supongo lo eran en otros núcleos familiares) esas búsquedas y competencias de atención que tanto hablan en los libros y constantemente se mencionaban (y se mencionan) entre mis hermanos y yo bromas y comentarios al respecto. Ustedes saben a que me refiero, comentarios como "eres el consentido", "no fuera yo", "¿ya viste cómo es con tal o cual?" constituían una buena parte de nuestro vocabulario. Aunque con tantos años de diferencia entre nosotros,  los parámetros de comparación (si es que podian existir) difícilmente eran objetivos, ¿no creen?. Bueno, así es como crecí ....

Lo anterior para establecer el punto del que parto, ya que ahora sí hablaré de mis golpes al ego personales, siendo el primero de ellos la competencia con mi hermano. Como ya expliqué, psicológicamente los hermanos compiten por la atención de la madre, pero francamente, aunque como ya mencioné era un tema constante entre nosotros, nunca sentí algún favoritismo de parte de mi padre o mi madre. Pero siempre fue evidente que mi hermano era el consentido de mi abuela, pero curiosamente esa situación nunca fue puesta sobre la mesa. Este favoritismo, que hasta la fecha continúa, ha hecho que mi relación con mi abuela sea distante y me mantenga lo más al margen posible. En alguna entrada posterior hablaré más a fondo (y obviamente cuando esté listo), pero yo pondría esa situación como mi primer golpe al ego.

La primaria fue sumamente gratificante desde cualquier punto de vista. Considero que tuve muy buenas experiencias y no viví preocupado jamás por lo académico. Siempre se me ha facilitado el estudio y siempre fui de los primeros lugares. El éxito era rutinario. Hice la secundaria en un programa académico llamado "Iniciación universitaria" en la escuela nacional preparatoria número 2, por lo que tuve maestros más exigentes, ya que estaban acostumbrados a tratar a alumnos de preparatoria. Pues bien aquí viene uno de los golpes que más recuerdo, porque fue la primera vez que reprobé un examen en la vida.

La materia Algebra, el maestro Wenceslao Honk Hernández, uno de los más duros y disciplinados que he tenido. Recuerdo que teníamos clase diariamente de 7 a 7:50 hrs y su puntualidad era impecable. Nadie entraba detrás de él, incluso cerraba la puerta si venías atrás de él aunque te hubiera visto. Súmamente exigente con la clase y con las tareas, ese fue un profesor que me imponía y hasta me daba miedo. En el primer examen obtuve un 8, lo cual era muy frustrante para mí ya que nunca había obtenido una nota tan baja. Para mi sorpresa esa calificación me posicionaba como uno de los primeros en la clase. ¿Recuerdan que les platiqué del tipo que obtuvo un 70 en la facultad y que estaba haciendo todo un show por eso? Bueno, al hablar con él para tranquilizarlo, recordé mi experiencia y sentí empatía por ese muchacho, ya que yo muchos años antes ya había experimentado un seudofracaso académico.  Para el segundo examen, no se si por confiado (ya que para el momento era de los mejores) o porque me ponía muy nervioso, ¡obtuve la horrible calificación de 3! Esa es la única vez que he reprobado y fue muy desconcertante. ¿cómo lo enfrenté? Lo vi como un reto. No existía hasta el momento ni persona ni materia que me hubiera doblegado. Y eventualmente fui muy bueno, incluso llegué a ir a concursos de algebra no sólo ese sino en años posteriores y me llegó a gustar. Encontraba fascinante resolver lo que para otros era su frustración. Encontré mi manera de enfrentar mis miedos y a final del año terminé exentando la materia. Ese fue el primer reto intelectual con que me topé y lo terminé superando después de que me pegó al ego muy fuertemente.

Pasó primero y segundo año sin complicaciones y cosechando éxitos como los que estaba acostumbrado, hasta que llegué a tercer año con un profesor llamado Daniel Bravo, de modelado, un viejito flaco, con los dedos amarillentos por el cigarro, traje y un olor a naftalina.. El primer trabajo era realizar un cubo de plastilina de 10x10x10 cm, lo cual parecía al principio una tarea fácil. De hecho lo era, sólo que su carácter súmamente obsesivo hacía que regresara una y otra vez el trabajo de todos. si te pasabas por medio milímetro te lo regresaba, si había la menor seña de imperfección te lo regresaba. Ese cubo era un verdadero reto. Primero intenté aplanarlo contra el suelo e irlo retocando con la espátula: fallé. Intenté realizar un molde de madera con las medidas establecidas, derritiendo la plastilina para llenarlo: fallé. Intenté hacer un cubo de mayor tamaño y cortarlo con la espátula para que así tuviera los bordes más agudos y mejor definidos: fallé. Intenté de todo, me tarde una semana pero al fin obtuve un cubo de mi agrado que cumplía todas especificaciones, hasta lo congelé para que no sufriera daño en el transporte, pero aún así fallé para el maestro. Mi clase era de 10:20 a 11:10 hrs, pero ese día saliendo de clases me la pasé toda la tarde en el salón de Artes plásticas y salí como a las 8:30 pm, pero finalmente me aceptó mi cubo. Después de una semana de trabajo por fin aceptó mi cubo, pero la cosa no acababa allí. Esto apenas comenzaba y para el trimestre había que cubrir con cierto número de figuras. La segunda de ellas una pirámide de 30 cm con una base cuadrada de 10x10cm. Esta vez no me iba a pasar lo mismo, así que casi diario me quedaba todas las tardes a hacer figulas de plastilina de todos los tipos. Salía diariamente como a las 8 o 9 de la noche pero le encontré el gusto a hacer esas figuras. Hice amigos y platicabamos toda la tarde mientras trabajábamos. Me volví eficiente y hacia de 3 a 4 figuras por tarde y fácilmente fui superando mis temores y adversiones a la materia. Terminó gustándome y en años posteriores hasta aprendí algo de Cerámica y lo disfruté.

Por último en la preparatoria me topé con Etimologías griegas y latinas, una materia que de verdad no me gustaba para nada. La profesora, de apellido Orellana me parece, era muy enérgica y obsesiva. Tenía una lista enorjme de etimologías que te tenías que aprender y una parte de tu calificación dependía de tu participación en clase (no soy de los que les gusta participar). Realmente crei que iba a reprobar esa materia porque no me gustaba y entonces escuché unas palabras que jamás olvidaré . Dijo la profesora -Aquel que saque 10 en el primer examen y si lo desea representará a este grupo en un concurso entre los grupos de la misma prepa. Si gana representará a la preparatoria y como premio le voy a poner 10 en el año y no tiene que seguir viniendo a la clase- Como adivinarán, no me lo dijo 2 veces, lo tome como un reto y estudié como jamás lo había hecho, no recuerdo siquiera haberme esforzado así antes. Me aprendí toda su mentada listita, leí los libros y demás. Al final saqué ese 10, representé a mi grupo, después representé a mi prepa y quedé en segundo lugar en el concurso interpreparatoriano, logrando asi la exención de la materia y un 10. Lo bueno fue que terminó gustandome la materia, le encontré utilidad (más ahora que estoy en medicina y muchisimas terminos derivan del griego) y lo terminé disfrutando. Lo malo es que nunca regresé a ese salón de clases ( como bien decía el trato) y no aprendí nada de latín, pero esa hora libre durante quien sabe cuantos meses la utilicé para jugar fútbol en las canchas de la escuela, lugar donde conocí también a grandes personas.

Hasta aquí por ahora, más adelante seguiré con la segunda parte, pero como podrán darse cuenta, siempre me han llamado la atención los retos, la competencia y es por estos detalles (según mi punto de vista) que mi personalidad se ha desarrollado con esa tendencia......

domingo, 12 de agosto de 2012

El origen del ego del médico

Así como algunas células tiene la capacidad de diferenciarse en cualquier tejido, existe la tendencia de algunas personas de pensar que pueden ser o actuar como quieran. Yo era una de esas personas y en mi circulo existen muchas personas así. Vivimos constantemente en una lucha de egos y ciertamente, los médicos tenemos algunos de los más inflados.

Les diré brevemente porqué sucede esta situación.  En la mayoría de los casos, los estudiantes de medicina comparten más o menos la misma historia: académicamente siempre mostraron superioridad en su historia escolar, fueron los primeros lugares siempre, estuvieron en la escolta (si es que no fueron los abanderados), se les abrieron las puertas de par en par y se desarrollaron en un ambiente de competencia. Es decir, se acostumbraron al éxito. Habitualmente fueron excelentes en todas las materias y la vida escolar fue súmamente fácil. Difícilmente llega a la facultad de Medicina alguna persona que no cumpla con estas características.

De hecho es en esta facultad cuando muchas personas reprueban algún examen por primera vez en su vida y es aquí donde experimentan sentimientos tan acentuados que pareciera los experimentan por vez primera también (obviamente se han sentido previamente es situaciones menos estresantes).
Este es para muchos el primer gran golpe al ego de la vida del Médico. Yo vi a mis compañeros tener grandes crisis por esta situación. Recuerdo con particularidad un examen de bioquímica que reprobó el 40% de mi generación, el primer  examen departamental de mi facultad (o al menos el primero que recuerdo yo). Las listas de resultados fueron pegadas en los salones donde tomábamos las clases, situados en el sótano de la facultad. Allí me encontré llorando a uno de mis compañeros (que posteriormente conocí más a fondo y se convirtió en un amigo durante los primeros 3 años de la facultad), totalmente quebrado, con el ánimo por los suelos. Lloraba porque el resultado obtenido en el examen no era el esperado para lo que él sentía había estudiado y para el tiempo invertido para tal propósito. Para mí (que francamente no era un tipo que expresaba abiertamente sus sentimientos en ese entonces) fue desconcertante ver a un desconocido llorar y buscar consuelo en otro desconocido. Traté de hacerle reflexionar sobre la situación y aterrizarlo en la realidad (ocultando mi propio enojo y frustración ya que yo tampoco había obtenido la calificación de mis sueños) y platicando con él descubrí que su calificación había sido de 70. Esto me pareció increíble y representa exactamente el punto que quiero poner en la mesa. Es decir, aunque fue una de las personas que pasó el examen, era una persona que no tenia tolerancia a la frustración y jamás había experimentado una calificación tan baja y lo quebrantó por completo.

 Una vez que el estudiante de medicina se acostumbra a la nueva vida universitaria y se integra a las actividades académicas y extra académicas que ofrece la facultad, se vuelve un organismo funcional y simbiótico con sus compañeros que en el mejor de los casos ofrece una adecuada alternativa para sobrevivir.

El segundo gran golpe al ego es cuando llegas al tercer año, cuando tienes todas tus clases y prácticas en un Hospital (o al menos así era cuando yo estudié). Llegabas a un lugar nuevo y eras el más bajo de la "cadena alimenticia". Tienes que afrontar el hecho de que no sabes absolutamente nada y lo que debes de aprender no lo vas a encontrar en los libros. Es decir, podrás saber toda la teoría, pero la ejecución en la práctica en fundamental. Para muchos es difícil frenar el autoaprendizaje que para este momento ya debiste de haber desarrollado, no basta contigo mismo y tienes que aprender de tus profesores más que en cualquier otro momento. Entiéndase como profesores a todos aquellos que participan en tu formación, ya sea compañeros del mismo grado que sepan o tengan más destrezas que uno ( esto ya de por si cuesta trabajo a algunos), titulares del curso, internos (si, en este año yo creo que aprendí mucho de ellos), residentes, médicos de base, etc etc.  Si el estudiante no experimenta el segundo golpe al ego aquí, ya lo experimentará en los años posteriores, pero créanme, siempre pasa, ya sea al querer realizar un procedimiento, al dar una mala clase o cuando enfrentamos por primera vez a la muerte, cada quien lo experimenta de diferente manera.

El tercer gran golpe sucede cuando presentas el examen nacional de residencias médicas, es decir, cuando quieres hacer una especialidad (la mayoría quiere, pero los lugares son escasos). Este examen es quizás "El examen", ya que la competencia es enorme, ya que todos los médicos graduados de todas la universidades del país compiten por una plaza en el sistema de residencias del país. Muchas personas no son seleccionadas para realizar una especialidad y eso es totalmente desconcertante y frustrante para muchos. Hay quienes lo hacen una y otra vez cada año sin lograr nunca el objetivo o quienes cada año aplican a diferentes especialidades con la esperanza de quedar en alguna de sus opciones o incluso en alguna de las que ni siquiera consideraba como opciones. Este quizás es uno de los puntos más importantes en la vida del médico, ya que define profesionalmente si serás un Médico general o un especialista.

Ahora el cuarto golpe al ego:  El residente. Tras una selección de los mejores puntajes, logras entrar a una especialidad. Pero para tu sorpresa, debes de seleccionar una sede hospitalaria para realizarla. En el mejor de los casos, estarás en un buen y reconocido hospital, pero en muchos otros, estarás en una segunda opción (así es, un estudiante de medicina no está acostumbrado a las segundas opciones, pero a partir de la selección de grupos en el pregrado por promedio y otras cosas, uno las va conociendo). Si eres afortunado y estás en un hospital codiciado, llega el punto en el que nuevamente te encuentras frente a tu ego. Al igual que tú, la mayoria de tus compañeros son lo mejor de lo mejor de su clase, de su facultad y de su estado. Todos están acostumbrados al éxito y sobresalir cuesta trabajo, sobre todo cuando estás inmerso en un lugar donde tienes residentes de mayor jerarquía, los cuales tienen más experiencia y conocimiento que tú.

Una vez que el estudiante ha llegado exitosamente hasta este punto y ha sobrepasado satisfactoriamente estas pequeñas (pero grandes en su momento) pruebas que pone la vida académica, adquieren un particular ego en su propia especialidad. De lo que les puedo hablar yo es de mi especialidad. El residente de Medicina Interna cree que lo sabe todo, cree que domina cada tema y se siente superior a otras especialidades. Lleva un constante duelo con el cirujano y este a su vez es reciproco, ya que también se encuentran luchando con sus propios retos en su especialidad. Para el internista es cada vez más dificil, ya que aparte de llevar el duelo con el cirujano, también lo lleva con las demás subespecialidades (aunque éstas se deriven de la Medicina Interna). Se comienzan a creer que tienen el dominio absoluto de la Medicina y desprecian a las subespecialidades llamándolas en el mejor de los casos "técnicos" en tal o cual cosa. Y eso señores también afecta al ego, ya que por querer abarcar todo y no saber dejar entrar al subespecialista a tiempo, a veces se nos pasan cosas, diagnósticos o entramos en un círculo constante de crítica, pero difícilmente de autocrítica.

Hasta aquí los grandes golpes. Pero hay que tomar en cuenta que cada uno de nosotros, independientemente de la especialidad o subespecialidad que tengamos, enfrentamos y lidiamos a diarios con nuestros propios fantasmas. Solemos pensar que somos de lo mejor en nuestra área y justificamos nuestros aciertos o errores para mantenernos firmes en la lucha por ser mejores. Una vez superadas tremendas luchas, es por esta razón que el médico (o al menos eso creo yo) tiene el ego tan grande, muchas de las veces para superar sus propias inseguridades y otras tantas como resultado de tantas psicopatologías de base que convergen en lo que yo llamo el narcisismo médico.

viernes, 10 de agosto de 2012

11-08-2012 El reencuentro con el viejo blog

Una vez más me dispongo a escribir una nueva entrada. Después de que dejé el último blog y las entradas que escribí exclusivamente para mí, hoy me sentí con ganas de volver a escribir.. Aunque, aún no me decido si lo compartiré con alguien

Y vaya que han pasado cosas desde la última vez. Ya pasó 2007, el año en el que hice el internado y que me hizo cambiar muchísimo tanto en el ámbito profesional como en el personal. Aquellas personas de las que escribí han cambiado también. Por un lado aquellos que se decían incasables se casaron y hasta hijos tienen ya, algunos inestables se estabilizaron y otros simplemente se perdieron, algunos en si mismos..

Y yo, pues que les puedo decir, cambié también y mucho. Hasta 2007 mi plan había sido estudiar Medicina Interna y después hacer Gastroenterología, tal como lo hizo mi persona a seguir en 2005, el Dr Kershenobich. Pues bien efectivamente estudié Medicina Interna, estoy ya en el último año y en cuanto a la Gastroenterología aún no lo he decidido.

La influencia que Kershenobich tuvo en mí se fue desvaneciendo con los años, años en los que interactué con otras personas, específicamente con el Dr Camacho, del que he hablado en el antiguo blog y el Dr Gutiérrez que conocí en el 2007. Ambos internistas que me dejaron muy marcado .... y para rematar conocí al Dr Nellen ya estudiando la Residencia, quien me dejó sumamente impresionado con la manera en que en cada segundo intenta inculcarte lo importante de la Medicina Interna.

El conocer a estas personas ha hecho que esté dudando en continuar mi plan del 2005 .. Y no se diga que mi compañera de objetivos de derivó en el R2 a Neurología !!  Así es, la única persona que para el 2008 yo veía como verdadera competencia se decidió derivar sin siquiera acabar la Medicina Interna. Después de todas las pláticas que tuvimos, después de los cursos de Gastro a los que acudimos juntos en 2008 y al dejar su interés por la Cardiología (que ya era bastante impresionante de por si) al final un buen día decidió que ni Medicina Interna ni Gastro, Así de simple, sucumbió ante los encantos de Larrazolo y Delgado en la Neurología. No la culpo, son sumamente desafiantes académicamente. Pero fue allí que acabó la competencia y yo simplemente seguí en mi objetivo establecido en años anteriores ....  pero ahora que estoy a unos meses de saltar a la última parte del plan, ya no estoy tan seguro si lo que quiero realmente lo puedo encontrar allí, ya que en el camino encontré una satisfacción nunca antes sentida. La Medicina Interna es todo un reto y de verdad se me hace difícil dejarla.

Tendré 6 meses de servicio social de la especialidad para pensar qué rumbo tomará mi vida en los próximos años, seguiré pensando y por supuesto, seguiré escribiendo ...